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domingo, 25 de mayo de 2014

Oliverio Girondo


Me asomo a los ladridos
¡Qué hace este árbol despierto?
Las sombras no se apartan,
se aprietan a sus cuerpos.
No me agrada esta calma,
este silencio muerto,
sin carne,
puro hueso.
A través de la veta, mineral de una nube,
aparece la luna.
Ya me lo sospechaba.
¿Qué hacer?
La miro.
       Quiero ulular.

                  No puedo.

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