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lunes, 21 de abril de 2014

Susana Cattaneo

Fue como entrar a los cristales, a los rubíes, a la transparencia de una ciudad sumergida. Sus ojos encendían el invierno y las migraciones del pasado.
Iluminados secretos de laberintos eran carruseles  de infancia y alegría.
   La sombra se fue diluyendo cada vez más . La sonrisa se expresó con perfumes de hierbas. Su paso se hizo más seguro y los colores prendieron raíces en el Descontento para que no vuelva.

   Y fue el Paraíso. Y fue el Movimiento. Y la Felicidad fue.

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