Debemos ir al rescate de la poesía y los poetas. La poesía es una forma de conocimiento que duerme bajo los pies del mundo y hay que despertarla. La palabra es una moneda que se gasta y es deber del poeta darle nuevamente su valor. La disciplina y el trabajo del lenguaje poético son esenciales para la creación literaria. Juntar palabras no es hacer poesía, el poema debe nacer de la belleza del idioma y ser sostenido por el andamiaje de las ideas
Páginas
▼
viernes, 18 de julio de 2014
Relevo de prueba, de Ernesto Goldar
Venimos de lejos, compañera, y siempre andamos cerca.
Hemos quedado repasando el techo de esta cocina clase
media,
alterada por el almuerzo de los domingos, cuando
rompemos la monotonía con algún fiambre
alemán, una lata de duraznos, helado del
congelador en el verano.
Venimos de lejos esquivando errores,
percibiendo el calor de las inhibiciones,
las reservas mentales,
la pila de palabras que irrevocablemente deben
transferirnos el relato de las trivialidades.
Son muchos los días, compañera, estirados sobre el
permiso de los años,
infinitos también los temas de conversación,
renovadas las motivaciones, los proyectos (tan pálidos los
míos)
que justifiquen levantar este horizonte de tiempo
sistemáticamente duplicado
por la forma de tu voz que tiembla
y el invento que sigo en la mañana para decirte un
invariable apelativo confortante.
No vamos a caer en los recuerdos porque a esta altura
está todo confundido,
menos en las preguntas indiciarias sobre si las cosas
volverían a darse,
aún en la interrogación precisa acerca de cuánto nos
queda todavía.
No hacer memoria entonces,
pensar en los días que se trasmiten como sensaciones,
en el tiempo que aguarda para darnos oportunidades,
conforme a la débil seguridad que otorgan las
palabras usadas siempre como privilegiada
comunicación de dioses.
No sé, compañera, si es amistad lo que se llama amor en
estos casos,
pero sí así fuese, amiga mía, nos faltan innumerables
paseos matinales,
ejercicios de idioma, libros a descubrir, una ventana
incierta que da al río,
alguna callecita para treparla lentamente de la mano
como escolares procelosos.
En voz pausada y firme, de David Sorbille
A “En voz desmayada y baja”
de Ernesto Goldar (2009)
En voz pausada y firme
como cuidando pensamientos
en un paisaje insobornable
ante la borrasca de lo etéreo
defendiendo ideales nacionales
con la metafísica del barrio
siendo la voluntad del poeta
que escribe en la memoria de la noche
con ese ejercicio misterioso de palabras
que deslumbran laberintos cotidianos
como la brisa de un río que acaricia
el destino de los amantes de la vida
en versos que se enhebran como pétalos
maduros de inventario
(de "Un puente de voces", Enigma Ed. 2012)
miércoles, 2 de julio de 2014
a los árboles - Alejandro Drewes
En la lenta ceremonia pienso a veces
de la despedida: crepita un instante
sin otro después, un alto muro ciego
Uno busca su lugar en el mundo, y de pronto
el ocaso. En eso pienso, como el árbol debe
pensar en sus hojas.
Y el viento sopla después, y el silencio.
así para avanzar sobre la tierra - Amina Saïd
seguimos un rayo de luna
hasta las horas apenas despiertas del alba
regresamos para todavía partir
acuérdate completamente del primer encuentro
bordeando caminos infinitos creemos
leer en la tierra como en un libro abierto y ella
nos deja un reflejo de lo visible
acuérdate de lo que olvidaste ver
así en el fondo de nuestros ojos
ningún espejismo muerte ninguna nube
ningún pájaro memoria de los seres lugares cosas
acuérdate cómo golpeaba yo la tierra con los pies
así en el fondo de nuestros corazones
ningún duelo se hace ninguna llama
se extingue ninguna pasión
acuérdate cuando torné la hoja contra mí
así de la punta de nuestros dedos nacen
galaxias senderos estrellados de caricias
puntos de sutura para nuestras almas
acuérdate de mi cuerpo entre el relámpago del placer
así sobre los labios de cada uno
ni un silencio muerte ni una palabra
y cada uno contempla aquello que olvidó vivir
entonces acuérdate
acuérdate de lo que tuvo lugar sin ti y sin mí
acuérdate del último y del primer poema
acuérdate de lo que nunca he dicho
de los sueños que no relataré
acuérdate de mis cóleras cuando reducida
a cenizas yo renacía árbol mujer pájaro
acuérdate de mis vidas vividas antes de ti
de los días en que yo desaparecía
de los lugares donde reaparecía
acuérdate de tu antigua paciencia
de los momentos en que la noche nos tejía un sudario de
noche
acuérdate de mis vuelos de mis caídas
de nuestras alarmas de nuestras risas de nuestras lágrimas
de mi parte de sombra y de luz
acuérdate de la fisura oblicua de las miradas
que brillan entre las tinieblas
acuérdate de la ausencia que vendrá
*
cuerpo de mujer
cual posible jardín
esperanza de lugar
con sus frutos plenos
sus comienzos múltiples
su parte de eternidad
la luz secreta
de su sombra incendiada
sobre el columpio de la tierra
ella vacila ya
con todo el peso de la noche
en su faz sombría
la noche se implanta
yo soy la vida dice ella
yo invento
Trad: Rafael Patiño
http://www.festivaldepoesiademedellin.org/pub.php/es/Revista/ultimas_ediciones/68_69/said.html
Susana Cattaneo
Yo te he amado, hermano, amigo, cuando los relojes se
clavaban en el pecho. Cuando llorabas la mudez del teléfono y te aturdías de
música y de noches.
Me has amado, amigo, hermano, cuando esperábamos la luz de
los domingos, cuando aguardábamos cartas y respuestas. En madrugadas que
goteaban nuestra sangre. Cuando leíamos de la mano de Alejandra y nos
paseábamos con ella por las esquinas de nuestra angustia. Cuando decíamos a
tres voces:”para que las palabras no
basten es preciso alguna muerte en el corazón”.
Hoy te recuerdo, aunque hace tiempo nos hemos olvidado.
Después de mil inviernos, ya deberíamos tener las manos con escarcha. En vano
seguirán nuestros ojos buscándose entre las tumbas de Dios.
de "niña subterranea"
no es justo partir - Hugo Acevedo
Porque no es justo partir sin un último beso.
¿Qué inquieta avecilla escondes entre tus manos
como una caricia que quisiera volar?
Yo siento que en mi
pecho se pasea un perro
intentando lamerme los latidos.
Pero no es justo mirarse el corazón.
Lidia me ausculta, somnolienta, y pretende que mi perro es
sólo humo.
Oigo un clamor de grillos asediados por el sol.
Ni la sombra de un sueño los ha desvelado en la santa noche
y aquí están otra vez, pidiendo lo imposible,
el oro de mi cansancio,
mi penumbra vuelta amparo.
La lengua de mi perro se ha dormido.
El ave de tu caricia ha muerto.
Y pese a todo, extranjera,
no es justo partir sin un último beso.