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miércoles, 17 de septiembre de 2014

Poema 24, de Mónica Angelino

con estas manos amé
enmarqué entre besos
el rostro de mis hijos
traje centenas de niños al mundo
cuidé la muerte para que durmiera sin dolor
lechugas  tomates planté
y un árbol donde cantaron mis pájaros

con estas manos me arrodillé frente
a la urna del desconcierto
amasé el pan de las fiestas
alcé hasta mi cara la risa de mis nietos

con estas manos que hoy
me duelen con sólo levantar
la cuchara. 

(de "Fibro",  Ed. Artesanal, Kereme, 2012) 

Ella escribe con sus manos de alondras, de David Sorbille

 A “A cuerpo abierto”,
de Graciela Licciardi (2006)

Ella escribe con sus manos de alondras
porque tiene la ilusión de los que ayudan
a emerger de los golpes secos de la vida
los que no disimulan el dolor de reconocer
el lado oscuro que nos cruza de angustia
pero también demuestra que se puede
regresar del territorio de la nada
para arropar a los pobres y gritar con los que sufren
denunciar la hipocresía de los que se miran el ombligo
porque a veces escribir salva
cuando se busca el significado de uno mismo
en tanto palabra que viaja en el tiempo
como una cadena atada a los recuerdos
inolvidables como la madera en la nieve


 (de "El Fusil de Trigo", Enigma Editores, 2012)






martes, 16 de septiembre de 2014

la otra oscuridad - Luis Raúl Calvo


La otra oscuridad es este pacto labrado
con los sórdidos impostores.
¿Quién transformó los harapos calcinados
en la ensoñación de los dementes?
La rebelión de la piel es un atenuante
a la mentira.
Nosotros, los blancos atrincherados
en las bujías de plomo
descosemos las blusas amarillas
de la mujer amada y reciclamos su aroma
así como otros reciclan las miserias
más humanas.
Este es el estado de las cosas
la fragmentada disolución del alma
en la carne de los desenterrados.
Quizás por eso, este amor con gangrena
sacude a los amantes y nos traslada
a Notredam, allí donde el viejo jorobado
serecompone en los campanarios de plata
y vislumbra enajenado las cuentas pendientes
que en algún momento se ha de cobrar

de "la otra oscuridad" - Editora Sarau das Letras - edición bilingüe argentino-brasilera, 2013


seré yo - alicia b. pastore

una mañana seré yo
la docil carne
desprendida
de mis huesos,

la que añada
gesto y ceremonia
a la rutina,
alimento y despedida,

la que sorprenda
a tu rostro humedecido,
abrazado al pico alto
de la marea,

Ella, ajena a tu mensaje,
entre uno y otro vaivén,
me llevará al fondo
de las cosas,
a conciliar la lucha
por el sustento
que, sin culpas,
libran en la profundidad

los peces altos,,,

ella me pide - Juan García Gayo


 Como si no supiera
ella me pide antecedentes, la historia de mis antepasados,
las impresiones digitales.
Me pide, para reforzar el curriculum, que a partir de este encuentro
vivamos sin ley de gravedad, en la estela que dejaron las nubes.
Entonces yo abro y digo:
Señor maduro, acunado en un cepo liberal
y frito en óleos bautismales; duro, burlón, ligero,
soy de los tipos que lloran en el cine.
Ella me pide que la invite a cenar a la luz de las velas,
que vuelva victorioso de Itaca.
Entonces yo abro y digo:
Así como aprendí a pisar campos minados remonto fácilmente
un globo, una aurora boreal, un ave fénix.


Se cuela entre los dos la medianoche, con los labios abiertos.


Ella me pide, para ponerme a prueba, que le alcance la luna,
allá, detrás de su escritorio.
Para ella la luna y las estrellas son lo más poderoso que conoce.
Entonces yo abro y digo:
Si todas las estrellas aparecieran juntas no habría noche en la Tierra
pero a ella se le antojó la luna.
Firmo, con la letra del lunes, una solicitud, una esperanza
y brindamos con vasitos de soda.
Ella me pide que le escriba cartas de amor, mañana,
sin importarle a qué temperatura se queman esas cartas.
Me pide que  no dude, que me prepare,
me pide una conformidad, un aforismo, en fin, una pedantería;
que use  mi voz más seductora.
Entonces yo abro y digo:
“Todos los hombres mueren jóvenes”
y en el punto de fuga de esa frase se divisa una hoguera.
Solos en un planeta que amanece
ella me pide que la mire a los ojos y me dice:
“Te reservé, hace tiempo, la oficina que acaban de pintar”.
Cuando sonríe noto sus dientes desparejos.

Con sus manos huesudas me pide que la siga.

en el reino del dios de vidrio - Susana Cattaneo

En el reino del dios de vidrio
un coro encadena culpas y destierros.
           ¿Cuál es la mirada que migra
desde una raíz aferrada al viento
hasta los ojos inasibles de esta Edad terminada?
                         Testigos silentes dentro de la expiación
     marcan horas de agonía.
            Carceleros implacables ocupándose de ti
y de tus vocablos escondidos.
Tu condena de agua reza por la sed
                       como por tu hambre el pan.
No consigues ahuyentar de tu frente
la vergüenza que heredaste.
         Tal vez te fortificas
                          con la sangre de otro ser
que sintió y vivió en tu mismo espacio.
Carne con la que también pudo
                            acunarse la ternura.
Caminas, descuidado, por el pasto del rocío
      y por los astros de la tierra.
Tu pie mata una hormiga. Ni lo notas.
El Planeta continúa
                su rotar de eje ciego.
Tal vez lo Primero fue inocencia,
                    pero hoy, en este reino equivocado,

                                            un juez libera al asesino.