El muerto
Cuando caiga,
decididamente cuando caiga
podrán revisar las rutas del vino
las huellas del tabaco
los tatuajes del orgasmo
los tótems gigantescos de cada derrota.
Cuando caiga,
decididamente cuando caiga
habrán de hallar un sendero de pequeños guijarros
o migas de pan o trazos de orina
que conducen a esa ninguna parte de la desolación
que habité a los gritos.
Cuando caiga,
decididamente cuando caiga
observando con paciencia, comprenderán, quizá,
los malos humores (de los que no conozco arrepentimiento)
las largas ausencias
los excesos
la fragilidad encubierta
y ciertas maneras que guardaba la tristeza
al desplomarse en mis hombros.
Sin embargo, si quieren conocer, en verdad, mi corazón
tendrán que mirar a través del agujero en mi frente
porque allí detrás, en el hueco abierto de la nuca
encontrarán un océano de islas, estrellas y duraznos
y verán aquello que quise ser pero que, decididamente,
se tragaron las lluvias y los días.
(de Elogios y otras intemperies – 2012)