domingo, 25 de mayo de 2014

Susana cattaneo

Anoche la luna brillaba como si un dios la hubiera pincelado con su luz.
El cielo no tenía fin y brillaban en él ojos de muertos queridos.
El eucalipto gozaba de las sombras y mis pájaros-en ese momento invisibles- soñaban con la eternidad.
Ahora, cuando todo nace, el follaje refleja el amarillo; otra vez el piar, una tenue brisa y el vigor de la savia en las venas de todos.

En el revés de la vida hay algo que enamora.

Oliverio Girondo


Me asomo a los ladridos
¡Qué hace este árbol despierto?
Las sombras no se apartan,
se aprietan a sus cuerpos.
No me agrada esta calma,
este silencio muerto,
sin carne,
puro hueso.
A través de la veta, mineral de una nube,
aparece la luna.
Ya me lo sospechaba.
¿Qué hacer?
La miro.
       Quiero ulular.

                  No puedo.

lunes, 19 de mayo de 2014

La mentira que sana, de Graciela Bucci


“… cada palabra dice lo que dice y además más, y otra cosa.”
Alejandra Pizarnik


por qué el ruido para decir verdades

por qué el ocultamiento de la mano del ruido

por qué mirar si es ver el hueco

y simular que el hueco cobija incertidumbres

por qué dejarnos violar por la injusticia

hacerle el amor a la blasfemia

por qué ocupar espacios con censuras

vestir palabras de piratas

arañarles la cara

cavar un foso para esconder las sílabas

si en verdad lo que sana

es la mentira.


(de "Un orden diferente", Ed. Del Dock, 2005)

viernes, 9 de mayo de 2014

Armando Tejada Gómez, de David Antonio Sorbille


A Gloriana Tejada



Es cierto que nunca te fuiste
sólo tomaste de prestado
el último peldaño que lleva al cielo
y ahora caminas de nuevo entre nosotros
alterando el orden de lo injusto
silbando la canción del alma libre
haciendo que la pausa de nuestra furia cotidiana
se transforme en ternura
y entonces atrevernos a rescatar la flor
que tu poesía nos legó
porque si un verso dice lo que somos
se debe a que la semilla tuvo el destino final
de los que como tú abrieron las puertas de la vida
y llevan un niño en la mirada

(de "El Fusil de Trigo", Enigma Editores, 2013)

sábado, 3 de mayo de 2014

a Elena en su ruta de dolor - Irene Marks

                                                                            a la poeta Elena Eyheremendy

En carne viva está la noche
suenan lágrimas estelares
cuando Elena inicia
el descenso a los infiernos
Porque el dolor se abisma
remontarlo
tiene muy alto precio
Lloran tangos los pianos
y pesa
la ternura infinita
de los lobos
que hieren
a su pesar.
Sin embargo,
 aman amarán amarían
como el vampiro
al que se ofrece el cuello
dulcemente
y el funámbulo
a quien Elena abriga
dentro del corazón
(En el sótano
 hay una bruja antigua
que avanza
con palabras hirientes)
Esta noche caen
sobre su mirada
rosas
de suavísimos pétalos
Lo que una vez fue luz
se convierte en espinas
en las manos del tiempo
Elena toca fondo
y se abandona
al aullido del lobo.          

Los ojos de Rimbaud - Jorge Smerling


Son amarillos los ojos alucinantes de Rimbaud.
Allí los ejércitos derrumban a fuego de horizonte
un cielo inesperado
y abren la carne de todo lo posible.
Yo los miro y veo tumbas de sol y fiebre en sus párpados
como un rodar en las aguas solitarias
en los radiantes secretos de una flor enterrada.
Quisiera arrancar ese color amarillo
pero ilumina mis noches con un ardor de libres panteras
traspasadas por una cúpula de iglesia
donde todo se incendia
donde todo camina en sus propios bordes de afilados vidrios.
Y es inevitable cerrar los ojos.
Una tormenta de rayos nos empuja a las vibraciones del abismo
el que en los levantados edificios crece
como una ensoñación de vértigos
como el exasperado paraje de las moléculas rotas.
Son amarillos los ojos alucinantes de Rimbaud.
Y a ellos caigo como a un aljibe de bruscas galerías
y desde allí observo este mundo
que prefiero pronunciar desde el infierno
donde los fuegos increíbles merecen esta pobre eternidad
                                                                    amarilla:
un abrir y cerrar los ojos deliberadamente.

de Revista Empresa Poética, Año 1-Nro 1, 1984, Buenos Aires

jueves, 1 de mayo de 2014

oír - Alberto Luis Ponzo


Se sabe oír
el giro que atraviesa
                 el cosmos
el choque de la voz
 contra la piel

Solamente
         se sabe callar
delante del agotamiento
                    del silencio
al caer de las máscaras
de la realidad

Se sabe recoger del vacío
 blandos olvidos
que las manos estrujan
                       con dolor.


Susana Cattaneo

¡Quién es ese hombre
que me observa desde otro país?
Que tiene trincheras detrás de los ojos,
de quién no sé si aún lleva barba
y el pecho a la intemperie.
Tampoco si tiene despoblado
aquel rostro de cenizas.
Él me contempla escondido en el tiempo.
Desde aquellos domingos que lloramos juntos.
Desde el universo de viejos otoños.
¿Quién es ahora, ese hombre
que juntó hace siglos su soledad con la mía?
Que compartió angustias, el dolor, palabras.
¿Dónde está? ¿Dónde con sus huesos?

En algún rincón de su tristeza
debe estar buscándome.

A pesar de todo.