domingo, 25 de mayo de 2014

Susana cattaneo

Anoche la luna brillaba como si un dios la hubiera pincelado con su luz.
El cielo no tenía fin y brillaban en él ojos de muertos queridos.
El eucalipto gozaba de las sombras y mis pájaros-en ese momento invisibles- soñaban con la eternidad.
Ahora, cuando todo nace, el follaje refleja el amarillo; otra vez el piar, una tenue brisa y el vigor de la savia en las venas de todos.

En el revés de la vida hay algo que enamora.

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