Escribo el invierno
mientras la
que vigila
atrapa noches y
serpientes.
Protegida de mí
dessiembro
palabras
`por escondrijos y
ciénagas.
Entre puertas de lata
y sueños
de adoquines
un ladrido perrea
sobre calles
extenuadas.
En un octubre de mármol
y eternidad
se incendió mi morada
con fuegos de artificio.
La espera nació así
con luces,
colores, aventuras.
Apuñala el invierno,
todavía.
Escribo en
sus hojas.
en su
vientre vacío de soles.
Un ladrido perrea y perrea.
Incansable,
el
camino se marca.
Escribo el invierno.
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