a la poeta Elena Eyheremendy
En carne viva está la noche
suenan lágrimas estelares
cuando Elena inicia
el descenso a los infiernos
Porque el dolor se abisma
remontarlo
tiene muy alto precio
Lloran tangos los pianos
y pesa
la ternura infinita
de los lobos
que hieren
a su pesar.
Sin embargo,
aman amarán amarían
como el vampiro
al que se ofrece el cuello
dulcemente
y el funámbulo
a quien Elena abriga
dentro del corazón
(En el sótano
hay una bruja antigua
que avanza
con palabras hirientes)
Esta noche caen
sobre su mirada
rosas
de suavísimos pétalos
Lo que una vez fue luz
se convierte en espinas
en las manos del tiempo
Elena toca fondo
y se abandona
al
aullido del lobo.
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