martes, 19 de agosto de 2014

CRISTO MUERTO de Hans Holbein el joven, por Liliana Díaz Mindurry


Había una vez, hubo una vez o no hubo nunca. No debo decir el caos.
Había una vez un lastimado,
se oye su muerte en todas partes,
en todas partes.


No ángeles de la guarda, no estampas, no luces, ningún contorno,
las horas del lastimado son eternas.

No luces.
Se puso toda la muerte en el cuerpo,
toda la muerte,
no ángeles,
las horas del lastimado
del muerto, del clavado a todos los cuerpos
crecen como serpientes. No debo decir el caos.

No luces, no ángeles:
los salmos se le duermen en la frente, debajo de las cejas y en la garganta.

Agitaba la eternidad como si fuera una mezcla.
Gatos negros y azules, palabras como gatos negros y azules se volcaban en
/todos los caminos,
llevaba sus pobres milagros pequeños, el agua tibia de las frases goteando,
liviano como un dedo,
transparente.

No era un hombre.
No era una caja con forma de hombre.

Dulcemente su amor
se comía las cosas, brillaba en la saliva, se encendía en los costados de la boca.

Porque no es cierto que sí y no es cierto que no.
Le sacaron cualquier forma de la alegría
el brillo de la noche le enredó ese cuerpo que no gozaron las mujeres.
La luna como un lobo le mordió el vientre y le dobló la espalda.
Esperaba los clavos como fauces.

Los gatos se incendiaron.

Despacito se le aguaron los ojos.
No habría cielos empapelados de celeste
y crecerían las horas
los perros de las horas.

No habría más adentro ni afuera, ni aquí ni allá, ni latitud ni longitud.
Nadie cura la demencia,
                        ningún paraíso. El deseo no corrige la forma de las cosas.


                                   Dar órdenes no es lograr el resplandor.

Las cosas quieren salirse de sí, poner la mirada en blanco.
Es tan simple no estar.

Las horas del lastimado son eternas. Es eterno el perfume.
Es una negra música,
una ternura
            como una negra música.

En las estrellas se salieron los gatos,
las palabras como gatos
resucitaron.

El deseo no corrige el mundo.

Gloria al deseo.  


(de "El Resplandor final", Ed. Ruinas Circulares, 2011) 

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