Y casi al alba escribo sobre trenes
cuando su ruido muerde las horas vacías de mi insomnio,
cuando el paisaje es un cónclave de sombras duerme tapando
con
/sábanas de escarcha.
Escribo desvelada, escuchando ese silbato clavado como un
cuchillo
/en la ciudad de cemento.
El ruido del tren me rueda por los rieles del cuerpo,
me lleva hacia la perversa lucidez de la vigilia
en la casi alba que arde porque hay gatos que distraen a la
luna con
/su sexo.
El ruido del tren me espanta las palomas del sueño,
me convierte en sombra tendida entre las otras sombras de la
alcoba,
rebelada contra las jaulas de la noche,
esas jaulas donde la noche encierra sin barrotes los sueños
mientras el ruido del tren se aleja hacia otros ruidos
y me deja acostada en los desiertos del silencio.
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